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Las aportaciones árabes al mundo de la traducción (página 2)



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Las necesidades del gobierno del
imperio, resultante de la rápida conquista
árabe y la expansión del Islam, impulsaron
a los califas a promover una política de
formación de funcionarios competentes y eficaces que
pudieran servir de apoyo al poder califal.
Para disponer de medios para la
formación de estos hombres surge un gran interés en
el siglo IX por toda la ciencia
griega, "los escritos de los antiguos", y muy especialmente por
las obras de Ptolomeo, Almagesto, Hipótesis planetarias y las
Tablas. De este modo se embarcaron en un gigantesco
trabajo de
traducción en diversos centros, asociando
también a otros mecenas de la nobleza y la clase
dirigente del Califato. A este fin destacó la
creación de la "Casa de la Sabiduría" en Bagdad, un
centro en el que confluían los estudiosos al servicio de la
política califal, y la fundación de los
observatorios de Bagdad y Damasco (822-29). En esta labor se
ayudaron de traductores cristianos bilingües, destacando
Hunayn ben Ishaq gran personaje de la época, quien fue de
Bagdad por su cuenta a Bizancio en busca de libros de
filosofía, geometría, música,
aritmética y medicina,
Qusta ben-Luqa o Tabit ben-Qurra.

HUNAIN IBN ISAAC (810-877), cristiano de Bagdad una
demostración más, de la tolerancia
musulmana, primer traductor de las obras medicas griegas.
Escribió varios libros con absoluta autenticidad,
perteneció a una familia que mucho
aporta a las ciencias
durante los califatos árabes.

Tomamos de R. Ramón
Guerrero dos testimonios directos que nos muestran la actitud de los
traductores ante los problemas que
se planteaban, en un caso la forma de mejorar traducciones
defectuosas y en otro la elección del tipo de
traducción. Y así dice Hunayn b. Isaac.

"El libro de
Galeno Sobre las sectas (Peri haireseon) había
sido traducido al siríaco por un tal Ibn Sahda de al-Karj,
que fue un traductor mediocre. Cuando yo era joven, pues
tenía unos veinte años de edad, lo traduje para un
médico de Yundisapur, llamado Sirisü' b. Qutrub, de
un manuscrito griego defectuoso. Más tarde, cuando yo
frisaba los cuarenta años, mi discípulo Hubays me
pidió que corrigiera aquella traducción. Como
entonces disponía de un mayor número de manuscritos
griegos, los cotejé y ofrecí un solo texto
correcto; luego comparé el texto siríaco con
él y lo corregí. Tengo por costumbre hacer esto con
todo lo que traduzco". (Hunayn b. Ishaq (1925): "Über die
syrischen and arabischen Galen-Übersetzungen", ed. G.
Bergsträsser, Abhandlungen für die Kunde
des Morgenlandes,
17 1925 4-5).

Metodologías y técnicas
aplicadas por los árabes en sus traducciones

Los traductores usaron dos métodos de
traducción. Uno de ellos es el de Yuhanna b. al-Bitriq,
Ibn alNa'ima al-Himsi y otros. Según este método, el
traductor estudia cada palabra griega y su significado,
escogiendo una palabra árabe de significado equivalente y
usándola; después va a la palabra siguiente y
procede de la misma manera, hasta que acaba vertiendo al
árabe el texto que quiere traducir. Este método es
malo por dos razones: porque es imposible encontrar
términos árabes que correspondan a todas las
palabras griegas y porque muchas combinaciones sintácticas
en una lengua no
siempre se corresponden necesariamente con combinaciones
similares en la otra. El segundo método es el de Hunayn b.
Ishaq, al-Yawhari y otros. Según él, el traductor
tiene en cuenta una frase completa y, tras averiguar su
significado correcto, lo expresa en árabe con una frase
idéntica a su significado, sin consecuencias para la
correspondencia de las palabras. Este método es superior
y, por tanto, no hay necesidad de mejorar las obras de Hunayn b.
Ishaq. La excepción son aquellas obras que tratan de
matemáticas, que él no dominaba, en
contraste con las de medicina, lógica,
filosofía natural y metafísica, cuyas traducciones
árabes no requieren ser corregidas.

De esta forma se tradujeron muchos textos filosóficos y
científicos griegos especialmente y se dejaron de lado
obras que no afectaban a los intereses sociales o
científicos del momento. Y no se limitaron a traducir.
Comentaban y corregían los textos y, como los griegos de
la época clásica, transformaron los conocimientos
recibidos con una actitud crítica
y creadora. Incorporaron a ellos métodos de
experimentación acordes con la razón griega que
ayudaron a su progreso y desarrollo.  Entre los siglos IX y XI
aparecieron ya las primeras críticas de los
clásicos griegos. Al-Razi publica su obra Dudas sobre
Galeno;
Ibn al-Haytham publica Dudas sobre
Ptolomeo
; y Avicena publica sus desacuerdos con Aristóteles en la Filosofía
oriental.

Estas traducciones al árabe plantean problemas
difíciles de analizar en relación a los criterios
que tenían en cuenta para decidir qué textos se
debían traducir, las causas concretas que motivaban su
traducción, con qué medios contaron para ello y con
qué sistema abordar
la traducción, así como la adecuación del
lenguaje por
el vocabulario y la estructura
misma de las lenguas.

El criterio de elección de los textos para traducir fue
el de disponer de los mejores tratados
filosóficos y científicos de la tradición
clásica. Los prólogos de Hunayn ben Ishaq nos
explican en relación a Galeno el método para la
búsqueda y colación de los manuscritos y los
problemas que se afrontaron para conseguir ediciones fiables.
Revisaron también el trabajo de
los traductores precedentes sin competencia
lingüística suficiente.

En múltiples ocasiones las traducciones árabes
salvaron textos perdidos en su original griego o tradiciones
manuscritas más fiables para la recomposición del
texto que las que se conocían, como una parte de Sobre
las secciones cónicas
de Apolonio de Pergamo, la
Mecánica de Filón de Bizancio, o algunas
obras de Arquímedes y de Herón de
Alejandría. Son además muchas las referencias a
autores y obras que se nos han trasmitido únicamente en
los tratados árabes. De esta forma al ser los herederos de
la ciencia y
cultura
griegas, fueron el factor que pudo asegurar su pervivencia en el
Occidente latino que casi había perdido su recuerdo.

En cuanto a la organización, Juan Vernet dice que, En
España
no parece haber existido una organización parecida a la de
Bayt al Hikma (casa de sabiduría) ni en la
época musulmana ni en la cristiana, añadiendo que
(al Hakam II, los Banu di-l- Nun de Toledo, al-Mu"atamid de
Sevilla, el arzobispo don Raimundo, Alfonso X) no llegaron a
institucionalizar la función de
una institución dedicada nada más nada menos a la
traducción.

Mientras en Bagdad el encargo de la traducción y el
modo de realizarla se parecían, extrañamente, a los
actuales. El editor (secretario de la redacción) lo encargaba a un traductor_
generalmente adscrito a "la casa" y ya famoso_, el cual, en caso
de tener excesivo trabajo, lo pasaba a otro, un redactor o
"negro". Cuando Hunayn b. Ishaq que era el jefe de "la casa",
tuvo excesivo trabajo se descargó de él en Qida al-
Ruhawí. Especificando el caso en la siguiente referencia
de Kitab al-muhadara wa-l-mudakara (Libro de la conferencia y la
conversación):

"miran cada palabra griega y lo que significa. Buscan un
término equivalente, en cuanto al sentido, en
árabe, y lo escriben. Toman luego la palabra siguiente y
proceden así, sucesivamente, hasta que terminen lo que han
de traducir. Este método es malo por dos razones: 1)
porque el árabe no tiene equivalente para todas las
palabras griegas (por eso en esas traducciones que sólo se
transliteran); 2) porque la sintaxis y la estructura de las
frases no siempre se corresponden en uno y otro idioma.
Añadamos que se producen numerosas confusiones como
consecuencia del empleo de
metáforas, que son numerosas en ambas lenguas…
etc."

La
aparición de la
escuela de
Toledo

Los traductores de Toledo. Pues desde que Toledo fue
conquistada por Alfonso VI (a. 1085), vino a ser el centro de
donde irradió la cultura árabe y judía al
resto de España y de Europa. Durante
el Reinado de Alfonso VII (1126- 1157) se refugiaron a aquella
ciudad gran número de judíos,
que huían de Andalucía ante las vejaciones del
sultán almohade Abdelmúmen. Al arzobispo de Toledo
y gran canciller de Castilla don Raimundo (1130-1150) cabe la
gloria de haber introducido los textos árabes en los
estudios occidentales, hecho que influyó decisivamente en
la suerte de Europa, según notó Renan.

La época de Alfonso X el sabio señala el momento
del máximo interés en la transmisión de la
ciencia y la literatura arábigas a
la España cristiana. Tuvo la fortuna de reunir a hombres
cristianos, moros y judíos, versados en las diversas
disciplinas científicas, y dirigió personalmente
las obras de traducción y de adaptación o resumen
que sus auxiliares redactaban.

Definitivamente, en el siglo XII, Toledo se incorpora al
trabajo de la traducción al latín de la ciencia
griega traída a al-Ándalus por los árabes,
con el apoyo del arzobispo Raimundo y Juan (1152-1167). En este
primer periodo trabajan traductores de la  importancia
Gerardo de Cremona, a quien cupo la fortuna de traducir la obra
que todos confesaban buscar, el Almagesto,
también el Canon de Avicena, y versiones de
Analytica posteriora, Physica, De generatione et
corruptione
y Meteora de Aristóteles,
Domingo Gundisalvo, Juan Hispano o Hispalense, Marcos de Toledo o
Miguel Escoto.

En este primer período trabajan traductores de la
importancia de Juan Hispano o Hispalense, traductor y autor de
abras astronómico-astrológicas, Domingo Gundisalvo
que traduce a Avicena, los comentarios a los Analítica
posteriora, y a al-Farabi y compone el importante tratado De
diuisione philosophiae. A Gerardo de Cremona, traductor de obras
de todas las ciencias, le cupo la fortuna de traducir y difundir
la obra que todos anhelaban encontrar, el Almagesto de Ptolomeo,
así como el Canon de Avicena. Con sus versiones de los
Analytica posteriora, Physica, De coelo et mundo, De generatione
et corruptione y Meteorologica y los comentarios de Alejandro de
Afrodisia a Aristóteles incorporó al
Filósofo griego al acerbo de las traducciones de Toledo.
En matemáticas tradujo a Euclides y sus comentaristas de
medicina hipocrático-galénica, De elementis, De
complexionibus, Liber Galeni super librum Yppocrats de regimine
acutarum egritudinum, hasta veinticinco obras diversas. Marcos de
Toledo, traductor del De pulsu y De utilitate pulsus y De motubus
membrorum galénicos y de la segunda traducción del
Corán. Miguel Escoto fue traductor en Toledo, en Bolonia y
Sicilia. La más importante de sus traducciones en Toledo
fue el De animalibus aristotélico anterior a 1220, en que
deja la ciudad. Hermann el Alemán traduce el Liber
Nichomachey Aristotelis, scilicet, Ethicorum
, la
Rethorica y los Comentarios a la Poética
de Averroes.

Bibliografía

GÁZQUEZ MARTÍNEZ, José, Los
Árabes y el Paso de la Ciencia Griega al Occidente
Medieval,
Universidad de
Autónoma de Barcelona, Barcelona, 2008.

PALENCIA GONZALEZ, Ángel, Historia de la literatura
arábigo- española
, Labor, S.A, Barcelona,
1928.

SADAFI, Salah Al-Din, Al-Gayt al-musayyam. Tomo I, El
Cairo, 1887.

VERNET, Juan, La cultura hispanoárabe en Oriente y
Occidente
, Seix y Barral Hnos, S.A, Barcelona, 1978.

VERNET, Juan, Lo que Europa debe al Islam de
España
, El Acantilado, Barcelona, 1999.

 

 

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